¿Volverá El Niño?

Hace muy pocos días tanto la Organización Meteorológica Mundial (OMM), con sede en Ginebra, Suiza, como la National Oceanic and Atmospheric Administration de los Estados Unidos, más conocida por la NOAA, emitieron sendas actualizaciones del estado actual y perspectivas futuras del evento ENOS, como se conoce a El Niño, La Niña y su fase Neutra, es decir, todo el conjunto de factores que conforman el evento complejo que tiene lugar en el océano Pacífico que en el mundo científico se conoce como El Niño-Oscilación del Sur, de donde proviene el acrónimo ENOS.
Como dato de interés, les cuento que La Niña ha persistido durante los últimos tres años. Dos años consecutivos con La Niña no es muy usual, y tres años consecutivos es ya una rareza bastante extrema, por lo que no es nada verosímil la probabilidad de un cuarto año con La Niña.
De hecho, La Niña está todavía presente, pero va en retirada. Los datos de la temperatura media de la capa superficial de las aguas del océano Pacífico occidental y central muestran una retirada de las aguas frías, por debajo de lo normal (o promedio) , y el comienzo de la fase de calentamiento, mientras que los modelos de pronóstico apoyan esta apreciación, mostrando para los próximos meses una tendencia hacia el aumento de la temperatura superficial del mar en esa zona.
Un evento de calentamiento de El Niño puede desarrollarse en los próximos meses después de tres años consecutivos de una Niña inusualmente obstinada y prolongada que influyó en los patrones de temperatura y lluvia en diferentes partes del mundo, según una nueva actualización de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Sin embargo, aunque se considera probable el regreso de El Niño, esto se llevará a cabo de manera gradual, mediante un período de condiciones neutrales en el ENSO (90% de probabilidad) durante los meses de marzo-mayo.
Ahora bien, la probabilidad de que las condiciones neutrales del ENOS continúen más allá de mayo disminuye ligeramente, pero sigue siendo alta (80 por ciento en abril-junio y 60 por ciento en mayo-julio), según las predicciones del modelo y la evaluación de los expertos involucrados en la producción de la actualización.

Promedio de las Anomalías de la Temperatura Superficial Media del Mar desde el 30 de diciembre pasado al 25 de febrero. Obsérvese las áreas rojas que van cubriendo la zona oriental del Pacífico Ecuatorial, aunque aún se ven las áreas azules correspondiente a temperaturas más frías que lo normal
La OMM considera que si bien las posibilidades de que se desarrolle El Niño, serán bajas en la primera mitad del año (15% en abril-junio), deben aumentan gradualmente al 35% en mayo-julio.

Los pronósticos a largo plazo para junio-agosto indican una probabilidad mucho mayor (55%) de que El Niño se desarrolle, pero están sujetos a una alta incertidumbre asociada con las predicciones en esta época del año (la llamada barrera de previsibilidad de primavera).

El Profesor Petteri Taalas, Secretario General de la OMM, considera que la primera triple permanencia anual de La Niña del siglo 21 finalmente está llegando a su fin. También considera que el efecto de enfriamiento de La Niña frenó temporalmente el aumento de las temperaturas mundiales, a pesar de que el último período de ocho años fue el más cálido registrado.
Y finalizó expresando que "si ahora entramos en una fase de El Niño, es probable que esto alimente otro aumento en las temperaturas globales".
Precisamente, el año 2016 ha sido hasta ahora el más cálido registrado, debido a la combinación de El Niño y el cambio climático. Existe una probabilidad del 93 por ciento de que al menos un año hasta 2026 sea el más cálido registrado, y una probabilidad de 50:50 de que la temperatura global alcance temporalmente 1,5 ° C por encima de la era preindustrial, según un estudio realizado el año pasado por la Oficina Meteorológica del Reino Unido, que es el principal centro de la OMM para las predicciones climáticas anuales a decenales.

Para los que vivimos en el Caribe, la presencia de El Niño tendría dos efectos, uno bueno y uno malo. El bueno es que el aumento de los vientos en las capas atmosféricas de 10 a 20 kilómetros que se produce, disminuiría el número total de ciclones tropicales en la cuenca del Atlántico. El efecto malo, es que, por la misma causa que ocasiona la disminución de ciclones tropicales, hace que las lluvias del verano se comporten generalmente por debajo de los promedios históricos o normal, sumándose a las condiciones de sequía que ahora existen en esta área geográfica.