“Asteroides……que cruzan cerca”

Hace algunos años casi nadie pensaba en ello, aunque era algo que siempre había ocurrido, la mayor parte de las veces, sin otras consecuencias. Con el avance de la Ciencia y los métodos de observación sistemática, se sabe ahora que cada cierto tiempo hay asteroides que cruzan relativamente cercanos a nuestro planeta la Tierra. También se conoce que en el pasado hubo algunos que impactaron a la Tierra; y no puede descartarse que en el futuro esto pueda volver a ocurrir, aunque la Ciencia se prepara cada vez más para evitarlo.
Me ha parecido que este es buen tema para contarles hoy, ya que hace sólo unos días, el pasado viernes 4 de marzo, un asteroide cruzó relativamente cercano a nuestro planeta, ¿se enteraron?

Primero, voy a brindarles la definición de lo que es un asteroide, palabra que procede del griego ἀστεροειδής y que quiere decir “de figura estelar”. Esa palabra fue la empleada por vez primera por William Hershel en 1802, aunque en la mayor parte del siglo XIX los astrónomos les llamaban simplemente “planeta”. Es que un asteroide es un cuerpo celeste rocoso, pero mucho más pequeño que un planeta, aunque mayor que un meteoroide o meteorito. Por ello, hace años también se les llamó “planetoides” o “planetas menores”, pero estos términos cayeron posteriormente en desuso.
La mayoría de los asteroides orbitan el Sol entre las órbitas de los planetas Marte y Júpiter, una zona llamada “el cinturón de asteroides”, mientras que otros se acumulan en los “Puntos de Lagrange” del planeta Júpiter. Para aclaración, los Puntos de Lagrange son puntos de equilibrio de objetos con masa pequeña que está bajo la influencia de dos cuerpos masivos que se encuentran en órbita. Un objeto situado ahí, no se mueve.

Por último, la mayor parte del resto de los asteroides se encuentran en órbitas alrededor del Sol, pero que cruzan las órbitas de los planetas. Estos son los objetos celestes que principalmente nos interesan, por la probabilidad que tienen, aunque no sea alta, de que impacten a un planeta, entre ellos, a muestro planeta la Tierra.
“Ceres” fue el primer asteroide descubierto, pero resulta que, en el año 2006, se realizó una definición técnica por la Unión Astronómica Internacional. Eso ocurrió tras una larga discusión, en la cual “Plutón”, contrario a como los de mi generación lo habíamos conocido en la escuela, dejó de ser un planeta. Por las decisiones tomadas, “Ceres” tampoco catalogaba como asteroide, por ser de un tamaño mayor que éstos, ahora se llama “planeta enano”, por definición y, por tanto, el primer asteroide descubierto sería entonces “Palas”, que había sido encontrado en el año 1802.
Actualmente se cuentan alrededor de 750,000 asteroides conocidos. Sin embargo, son tan pequeños que su masa, sumada las de todos, equivale a sólo un 5 % de la masa de la Luna.
La gran mayoría de los asteroides no se acercan a la Tierra, pero se han identificado más de 27.000 asteroides cercanos a la Tierra, y hay otros nuevos que se detectan constantemente.

Ahora bien, de los asteroides que se acercan a la Tierra, hay un número de ellos que el Centro para los Estudios de Objetos Próximos a la Tierra de la NASA considera “asteroides potencialmente peligrosos", o PHA por sus siglas en inglés (Potentially Hazardous Asteroid), que son los que tienen potencial para realizar acercamientos amenazantes a la Tierra. Son las rocas espaciales en las que su imagen alcanza un cierto brillo cuando se observa por los telescopios, lo que quiere decir que tienen un tamaño relativamente grande, y que también se encuentran a distancias relativamente cercanas, unos 7.5 millones de kilómetros de la Tierra, una distancia que es 1/20 de la distancia promedio entre la Tierra y el Sol (150 millones de kilómetros).
Esta distancia se cree que es la mayor magnitud posible de perturbación orbital dentro de una escala de tiempo de 100 años que podría resultar en una colisión con nuestro planeta. Los PHA constituyen alrededor del 20 % de los asteroides cercanos a la Tierra. Así el riesgo de colisión es algo a tener muy en consideración.
La caída de asteroides de roca o hierro mayores de 50 metros de diámetro sucede con un intervalo medio de 100 años, y ello puede producir catástrofes locales y tsunamis, si caen en el mar. Cada varios cientos de miles de años, hay asteroides de más de un kilómetro que causan catástrofes globales. En este último caso, los restos del impacto se esparcen por la atmósfera terrestre de tal modo que la vida vegetal sufre la llamada lluvia ácida, interrupción parcial de la luz solar y grandes incendios causados por los fragmentos de alta temperatura que caen al suelo tras la colisión. A algunos de estos impactos se les atribuye la causa de grandes extinciones, como la que mató a los dinosaurios o la extinción gigante del período Pérmico, que mató a más del 90 % de las especies y seres vivos.
El asteroide que pasó “cercano” a la Tierra la pasada semana, lo hizo a una distancia 13 veces la distancia promedio de la Tierra a la luna, a unos 4.9 millones de kilómetros, según el Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS) administrado por el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA. Lleva el nombre de asteroide 2001 CB21, con un tamaño entre 560 metros y 1,2 kilómetros de diámetro, según CNEOS. No muy grande, pero de impactar una zona de la Tierra, más si es poblada, con la liberación de una gran energía cinética producto de su velocidad, podrían ustedes imaginarse la gran catástrofe que ocasionaría. Pero, se sabía que en este caso no iba a haber colisión, pues la distancia de su paso era grande.
Se comprende, entonces, que descubrir estos objetos celestes y estudiarlos, para determinar su tamaño, composición, estructura y trayectoria es una actividad importante y que podría decirse que es más que prudente hacerlo. En épocas anteriores era imposible hacer cualquier cosa ante esta amenaza, pero afortunadamente, estamos en la era espacial y ya se diseñan los medios para que nuestro planeta pueda estar protegido.
La NASA de los Estados Unidos mantiene los ojos bien abiertos para cualquier asteroide que se aproxime, por medio de una red internacional de telescopios asociados, empleando, al mismo tiempo, observaciones realizadas desde el espacio extraterrestre, a través de lo que se ha llamado la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria. Todavía no se ha encontrado realmente ninguna amenaza seria o inminente, pero continúa la búsqueda, para ser proactiva y poder actuar en caso necesario.
Esta agencia también prueba tecnologías de defensa de asteroides, aunque todavía no se necesiten. A finales de septiembre o principios de octubre del presente año 2022, la nave espacial DART, de unos 550 kilogramos de peso, se estrellará contra un pequeño asteroide llamado Dimorphos. La finalidad será cambiar la órbita de esta roca espacial, desviar, por así decirlo, la trayectoria que tiene actualmente alrededor de su compañero más grande, Didymos. Son todavía experimentos, pero preparan el camino para cuando se tenga que actuar en defensa de nuestro planeta y de sus habitantes.
Y esta contingencia puede muy bien ocurrir en el futuro inmediato. De los aproximadamente 800 objetos registrados como asteroides potencialmente peligrosos, hay uno que resulta especialmente preocupante, el asteroide Apophis.


Entre los años 2004 y 2006 el asteroide Apophis estuvo en el nivel 4 de la Escala de Turín. Sin embargo, no se observó desde el año 2015, porque su órbita ha transcurrido muy cerca del Sol, y desde la perspectiva de la Tierra no fue posible observarlo, aunque ahora ha vuelvo a ser visible.
Se ha estimado que Apophis presenta una probabilidad relativamente alta de colisión para los años 2068, y más alta aún para el año 2106. El asteroide 99942 Apophis tiene unas dimensiones de 450 x170 metros y el 6 de marzo del pasado año 2021 cruzó a unos 15 millones de kilómetros de la Tierra, pero en su paso del 13 de abril de 2029 se estima que pasará mucho, mucho, más cerca, a solo 31 000 kilómetros de la superficie terrestre. Demasiado cerca.
Ahora, falta hacer nuevos estimados a ver si esa tendencia al acercamiento permanece. Pero, como puede verse, de todas formas, es algo realmente preocupante para los que habiten nuestro planeta a plazos relativamente breves, aunque las probabilidades aún parezcan bajas.

¿Y qué hacer entonces? Si se detectara un PHA de alta peligrosidad con algunos años de antelación, ya existe la tecnología disponible para alejarlo de la Tierra.
El factor esencial es el tiempo: cuanto antes se detecte, más posibilidades existen de organizar un esfuerzo internacional que permita lanzar naves espaciales al objeto. La técnica primaria sería desviarlo con armas termonucleares, detonándolas por encima de su superficie de tal modo que los neutrones de alta velocidad irradien una zona del objeto con tanta energía que esa zona se expanda y explote. Sería como insertarle un cohete, cuyo empuje lo desviara levemente de su trayectoria. Un pequeño cambio de algunos milímetros por segundo, sería lo suficiente para que, con el paso de los años, evite el chocar con La Tierra. El punto crítico sería lograr un desvío de la trayectoria sin que se fragmente el asteroide, pues los pedazos podrían ser también muy peligrosos si impactaran a La Tierra, además que vendrían con la radiación generada por la explosión. Actualmente también se diseñan procedimientos y metodologías para el caso de los asteroides más pequeños.
A medida que pasa el tiempo, también avanzan las posibilidades y nuevas tecnologías de detección. Ya apareció el primer asteroide descubierto en este año, ya que el que cruzó el pasado viernes había sido descubierto en 2021. Ahora se trata del asteroide designado 2022 AA, y ese nombre significa precisamente que es el primer asteroide cercano a La Tierra descubierto este año, lo que ha sido confirmado oficialmente por el Centro de Planetas Menores de la Unión Astronómica Internacional. Desde entonces, las estaciones de observación de los Estados Unidos y Chile, le siguen la pista de bien de cerca.